El mandato de Jesús a sus apóstoles: “Id al mundo entero y predicad el evangelio, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, en pleno siglo XXI pareciera haber perdido su validez y fuerza, sin embargo nos recuerda el Papa Juan Pablo II, en su carta sobre “la actualidad y validez del mandato misionero
” (redentoris missio), que este sigue siendo válido es un imperativo para todos los creyentes y un desafío, pues aun esta lejos su plena realización; además nos dice esté es el mejor servicio que la Iglesia puede prestar a una humanidad que esta perdiendo el verdadero sentido de la vida, veamos algún aparte:
“La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio.”
“Pero lo que más me mueve a proclamar la urgencia de la evangelización misionera es que ésta constituye el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia. « Cristo Redentor —he escrito en mi primera Encíclica— revela plenamente el hombre al mismo hombre. El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo... debe... acercarse a Cristo. La Redención llevada a cabo por medio de la cruz ha vuelto a dar definitivamente al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo”.
El papá Benedicto XVI en su mensaje para la jornada mundial de las misiones, celebrada el pasado domingo 19 de Octubre, recuerda a los Cristianos que el gran móvil para el servicio a la humanidad y al anuncio del evangelio debe ser el amor e invita a los fieles laicos para que a través de su trabajo en los diferentes ámbitos de la sociedad prediquen y anuncien la buena nueva del evangelio de vida.
Mensaje para la Jornada mundial de las misiones 2008“Por tanto, Dios, que es Amor, es quien conduce a la Iglesia hacia las fronteras de la humanidad, quien llama a los evangelizadores a beber "de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota el amor de Dios" (Deus caritas est, 7). Solamente de esta fuente se pueden sacar la atención, la ternura, la compasión, la acogida, la disponibilidad, el interés por los problemas de la gente y las demás virtudes que necesitan los mensajeros del Evangelio para dejarlo todo y dedicarse completa e incondicionalmente a difundir por el mundo el perfume de la caridad de Cristo”.
“Todos vosotros, queridos fieles laicos, que trabajáis en los diferentes ámbitos de la sociedad, estáis llamados a participar, de manera cada vez más relevante, en la difusión del Evangelio. Así, se abre ante vosotros un areópago complejo y multiforme que hay que evangelizar: el mundo. Sed testigos con vuestra vida de que los cristianos "pertenecen a una sociedad nueva, hacia la cual están en camino y que es anticipada en su peregrinación" (Spe salvi, 4).”